En su episodio debut de la temporada 27, South Park convirtió a Donald Trump en el nuevo amante rechazado de Satán, reviviendo uno de sus recursos más icónicos: usar el Diablo como metáfora de relaciones tóxicas entre figuras de poder y el mal.
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La escena recuerda inevitablemente a la clásica dinámica entre Satán y Saddam Hussein, utilizada en los años 90 como símbolo del abuso emocional y político. Esta vez, la jugada se repite con Trump, aunque con un giro más absurdo: Trump no es dominante, sino un “matón sensible” que busca afecto y no lo obtiene. Satán incluso le dice que le recuerda a su ex, completando el círculo de burla.
Pero la sátira va más allá del chiste fácil. South Park apunta directamente al ego presidencial. La imagen de Trump molesto por un retrato con un pene pequeño, la reacción airada, la amenaza de demanda, y el uso de memes como “trabajo real”, forman una crítica corrosiva sobre cómo ciertas figuras públicas convierten la imagen en una obsesión. La exageración se vuelve espejo de la realidad.
The US satire cartoon show South Park secured a five-year deal worth $1.5 billion with Paramount Global. They began their season with this clip, challenging Trump (@realDonaldTrump) to sue them. pic.twitter.com/YAh8rBtQD9
— Anonymous (@YourAnonCentral) July 24, 2025
Y por supuesto, no falta el comentario sobre Epstein, una figura aún tabú en muchos medios. Satán le lanza una indirecta clara: “Es extraño que cada vez que surge, simplemente les dices a todos que se relajen”. Un guiño ácido a la manera en que Trump evade escándalos con sarcasmo, desinformación o amenazas.
El contexto detrás del episodio también es relevante: la fusión de Paramount con Skydance había puesto en pausa el estreno. Los propios creadores llamaron al proceso “caótico” y dijeron que estaba “jodiend*** South Park”. Sin embargo, el día del lanzamiento se anunció un nuevo contrato con 50 episodios adicionales, garantizando vida larga al show y más espacio para provocar... y satirizar.