Hoy puedo afirmar con seguridad que la situación ha cambiado. DC Studios ha superado a Marvel Studios en prácticamente todos los aspectos de la adaptación de superhéroes al mundo audiovisual. Ya sea en televisión, donde brilló con El Pingüino y realizó un excelente trabajo con Peacemaker y Creature Commandos, o ahora en el cine, con el excelente Superman, DC ahora liderada por James Gunn y Peter Safran, finalmente está tomando la delantera en la clásica rivalidad que comenzó en los cómics. Curiosamente, solo en los videojuegos, donde DC lideró con Batman: Arkham, Marvel resulta más emocionante.
El punto de inflexión definitivo en cine y televisión llegó este fin de semana con el estreno de Los Cuatro Fantásticos: Primeros Pasos.A pesar de ofrecer una aventura digna de la primera familia de la Casa de las Ideas, la película pone de relieve no solo el agotamiento de la fórmula Marvel, sino también la incapacidad del estudio para salir de su zona de confort, que ya no ofrece resultados ni de crítica ni de público. Si bien se propuso experimentar y traer a cineastas consagrados como Chloé Zhao y Sam Raimi, el estudio de Kevin Feige buscó una nueva forma de contar historias que, si bien no fue totalmente aceptada por el público, sin duda quedó sepultada por la pandemia y las nuevas formas de consumo.
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Estas nuevas formas también absorbieron por completo cualquier ciclo creativo existente dentro de la compañía, que, incluso al ejecutar su fórmula, sabía cómo crear historias interesantes, y no solo repeticiones sin inspiración de versiones anteriores. Las series, con algunas excepciones, se perdieron en el flujo interminable en el que se convirtió el MCU en Disney+. Todo se convirtió en contenido; nada era una historia. Incluso cuando las series no lo eran, el efecto se sintió en su estrategia de lanzamiento: se publicaron como un video en TikTok o un short en YouTube. Y narrativas como esa no se crean como tendencias en redes sociales.
En 2025, bajo el liderazgo de Bob Iger y Feige, hubo una renovación, pero ya era demasiado tarde. Capitán América: Un nuevo Mundo sufrió numerosas refilmaciones y cortes, Thunderbolts* tuvo el marketing más audaz posible con un cambio de nombre, y Los Cuatro Fantásticos recorrieron el mundo con actores y campañas masivas, pero aún es imposible decir que Marvel haya recuperado su forma. Y esto se debe a una simple razón: el ciclo creativo del UCM ha llegado a su fin. Esta fase final, que ahora se perfila para convertirse en Secret Wars con Robert Downey Jr. como el Doctor Doom, no es más que (o debería ser) el adiós definitivo a las dos décadas que Marvel Studios pasó liderando el cine y el entretenimiento. Los jefes de Burbank ya se han dado cuenta de que la situación ha cambiado y se esfuerzan por que este epílogo sea tan grandioso como la Saga del Infinito. Han cancelado series, pospuesto películas, recuperado grandes nombres y cancelado proyectos menores, pero esta solución solo mostrará su impacto en el futuro. Por ahora lo que queda es la certeza de que hay más curiosidad que emoción por ver el desenlace de esta historia.
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Del otro lado de la barrera, en el convulso mundo de Warner Bros., parece que la serenidad empieza a reinar en DC Studios, al menos en el ámbito creativo. Tras la tormenta post-Snyder, que vio a The Rock como el protagonista autoproclamado y los fracasos de Flash y Joker 2, James Gunn encontró un momento de paz para presentar al mundo su versión de Superman. El héroe más anticuado y maltratado por la marca en las últimas décadas obtuvo una película que, si bien no fue perfecta, al menos logró devolverle el protagonismo.
La razón es la genuina forma en que Gunn transporta al héroe a un contexto contemporáneo sin despojarlo de la esencia que lo convirtió en un ícono de la cultura pop. Necesita —quiere— ser amado, y lo busca en las batallas que libra en la Tierra, ya sea contra monstruos gigantes, genios dictatoriales o su novia. Y a pesar de todos los contratiempos, Superman logra ser una historia auténtica y atemporal, verdaderamente interesada en transformar el género de superhéroes en una plataforma que combina entretenimiento con temas que van más allá de las conexiones entre universos o realidades alternativas. Comete errores y exagera a veces, pero nunca por miedo a desagradar, sino porque cree en el propósito del viaje que narra, a diferencia de Marvel y sus Cuatro Fantásticos, que, sobre todo, parecen preocupados por no desagradar a nadie, ir a lo seguro, repetir una fórmula y se conforman con más de lo mismo, aunque todo se haga en una hermosa pantalla con sonido de calidad.
DC no se trata solo de Superman, vale la pena recordarlo. Un gran éxito, que incluso es anterior a la era Gunn, es la llegada de Batman de Matt Reeves y Robert Pattinson. Una película que rediseñó al héroe y es el mayor éxito de taquilla de Warner Bros. en el género desde Aquaman, también generó Penguin, una serie spin-off de HBO que ganó todos los premios posibles para una producción de televisión, y con muchos méritos. La separación entre el universo de Reeves y el DCU es una prueba clara de cómo puede funcionar la idea de mantener diferentes historias bajo el mismo paraguas. Aunque los discursos de Gunn a menudo suenan como los discursos de ejecutivos que intentan encantar a los fanáticos, los hechos demuestran que esta iniciativa en sí misma fue adoptada por varios segmentos de la audiencia, y no hay razón para que se abandone.
DC incluso ha comprendido que no hay razón para seguir adelante con proyectos previamente anunciados si no son lo suficientemente buenos. "Necesitamos una buena historia", insiste James Gunn cada vez que le preguntan sobre la próxima película o serie. Parece tan simple, tan obvio, pero de hecho, este debería ser siempre el punto de partida de cualquier producción; aunque sabemos que Hollywood no funciona así. Al menos durante los próximos meses, si la taquilla de Superman sigue teniendo un buen desempeño, DC Studios tendrá un respiro que no ha tenido en la última década, gracias a alguien que decidió apostar (entre otras cosas) por la esencia de los personajes y su poder para revitalizar una marca casi centenaria. Algo que aprendió, irónicamente, al otro lado de la calle, del estudio que ahora es su rival y que ahora necesita a alguien que lo rescate de las ataduras que ellos mismos crearon.