Pedro Pascal, hoy una de las figuras más queridas de Hollywood, no siempre vivió entre reflectores. En una entrevista con Vanity Fair, el actor compartió un lado vulnerable de su pasado: una época en la que no tenía dinero, ni estabilidad, ni fama... pero sí tenía a Gretta, su perrita rescatada.
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Gretta llegó a su vida justo después de la muerte de su madre, en un momento donde apenas podía alimentarse. La aceptó como hogar temporal, pero desde la primera noche supo que jamás la dejaría ir. Fue ella quien lo acompañó durante los años más solitarios, mientras vivía en apartamentos diminutos y mal iluminados, recorriendo el país en audiciones que casi nunca daban frutos.
Pienso en lo pobre que era cuando tuve a Gretta. Pienso en cuando tenía turnos dobles y no encontraba a nadie que la sacara, y vivíamos en un apartamento de mierda en Red Hook, y pienso en la vida de lujo que llevaría conmigo ahora, en comparación con entonces, y me duele, de verdad.
A finales de diciembre del 2013, Pascal le dedicó un posteo a Gretta en Instagram, y fue al año siguiente cuando le llegaría el papel de Oberyn Martell en Game of Thrones y a partir de ahí, todo cambiaría.