Es interesante cómo Ironheart le da a su protagonista, RiRi Williams (Dominique Thorne), el espacio para ser tan impulsiva, imprudente y equivocada como a tantos héroes del MCU se les ha permitido. El adagio "nerd" dice que la fortaleza de Marvel siempre ha sido crear a sus héroes bajo el molde de "todos como nosotros", pero eso a menudo se ha traducido en la pantalla grande con personajes masculinos blancos indulgentes a los que todavía nos vemos obligados a apoyar (Tony Stark, Thor, Peter Quill), rodeados de mujeres y personas de color que son modelos morales a seguir y que, a menudo, recogen los pedazos que ellos dejan (Pepper Potts, Jane Foster, Gamora). Hay excepciones, pero esa es la regla, y RiRi Williams no encaja en ella.
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Ironheart comienza con la expulsión de la niña prodigio del MIT, donde estudiaba con una beca que lleva el nombre de Stark, tras otro costoso accidente en su laboratorio. RiRi regresa a su hogar en Chicago (EE. UU.), donde debe afrontar un trauma del pasado mientras continúa, con singular tenacidad, persiguiendo la idea de crear una armadura de Iron Man. Cuando se le pregunta por qué quiere hacerlo, su respuesta es siempre la misma: "Porque puedo". Para mérito de la showrunner Chinaka Hodge (conocida por Snowpiercer), Ironheart no deja escapar esta declaración de habilidad: el arco argumental de la protagonista consiste en desmantelar su necesidad de pruebas, comprender su origen y qué está reemplazando.
En esta área del estudio de personajes, la última serie de Marvel Studios posee una profundidad inusual para la franquicia. Hodge y su equipo se interesan de forma única por las raíces de RiRi y las consecuencias que estas tienen en su comportamiento, sin perder de vista cómo la juventud del personaje afecta las decisiones que toma: la Ironheart de la serie posee la impetuosidad y la arrogancia propias de la adolescencia. Dominique Thorne, por su parte, se sumerge en este personaje con entusiasmo, explorando a una superheroína que usa el superheroísmo como estrategia de escape. Es una corriente retórica que pudo haber existido de forma oculta en otros protagonistas de Marvel, pero aquí cobra mucha más relevancia, y es una interpretación severa y enérgica para un personaje que necesita afirmarse de esta manera en pantalla sin alienar a la audiencia.
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Finalmente, Ironheart también tiene algunos grandes momentos en su estilo visual, especialmente en los primeros tres episodios, dirigidos por Sam Bailey (de Dear White People). Más cortos que la segunda mitad de la temporada y menos interesados en impresionar, estos capítulos pisan el acelerador y nos introducen en la cálida y bulliciosa Chicago del MCU con evidente cariño, pero pocos desvíos. Son piezas televisivas que van directo al corazón del drama de RiRi y compañía, y que nos recuerdan lo emocionante que es ver una armadura metálica llena de gadgets, cohetes y pulsos de energía volando por ahí. En cierto modo, el MCU se fundó en esto, y funciona porque es lo mejor de ambos mundos: seco y brutal en su impacto físico, pero rápido y ligero en su movimiento a través del escenario.
A pesar de todas estas virtudes, Ironheart sigue resultando un producto tedioso cuando necesita llegar al fondo de las cosas y ahondar en las ideas que representa. El gran problema es Hood (Anthony Ramos, perdido en el papel), un criminal que recluta a RiRi para completar una serie de proyectos diseñados para expandir su imperio. Básicamente, acorrala y chantajea a los directores ejecutivos de grandes empresas establecidas en Chicago, todas las cuales la serie pinta como poco éticas de alguna manera, y las obliga a darle el control de sus operaciones. La heroína se embarca en esto, en parte porque quiere financiar su investigación, y en parte porque Hood la convence con un discurso contundente sobre cómo las personas marginadas nunca son reconocidas por su excelencia.
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Para RiRi, quien pasa la serie luchando contra quienes "quieren que siga siendo pequeña", es una retórica seductora. Pero, por supuesto, esto es Marvel, e Ironheart finalmente deja clara su intención de demonizar (literalmente) la idea de actuar fuera del sistema para subvertirlo. No es nada nuevo para la franquicia: desde Falcon y el Soldado del Invierno hasta las dos películas de Pantera Negra, el MCU nos ha dicho repetidamente que responder a la opresión con algo más que una sonrisa digna y una postura colaboradora —en el mejor de los casos, un sermón moralista paternalista— no solo es infructuoso, sino moralmente reprensible.
Ironheart, en este sentido, sigue la línea corporativista al pie de la letra, y por eso parece sufrir asfixia narrativa en su último acto. Cuando necesita cumplir con su cronograma, la serie deja de surcar los cielos de Chicago y empieza a arrastrarse hacia una meta irritantemente difusa. Y es una verdadera lástima que el trabajo de artistas elocuentes como Hodge, Bailey, Thorne y Ryan Coogler (el director de Black Panther aparece acreditado como productor) se manipule en la dirección de una ideología tan aburrida. Pocos personajes en el MCU son tan agudos como RiRi Williams; entonces, ¿por qué su serie parece tan decidida a no recortar nada con ella?
Criado por: Chinaka Hodge