En el siglo XXI, el cine ha presenciado una oleada de producciones que revisitan clásicos literarios, pero con propuestas que buscan actualizar sus historias. Algunas lo hacen otorgando mayor dimensión y complejidad a personajes tradicionalmente planos, mientras que otras optan por narrar los acontecimientos desde un punto de vista distinto. Este tipo de aproximaciones surgen, en gran medida, de la necesidad de atraer al público a salas con relatos ya conocidos, pero con un elemento novedoso que despierte interés.
Si bien existen casos más cínicos —como los recientes live action de Disney y otros grandes estudios, que se limitan a reproducir casi de manera calcada las películas clásicas— también hay producciones de otros países que aprovechan la riqueza de una reinterpretación para imprimirles una personalidad propia. Ejemplos de ello son Blancanieves (2012), de Pablo Berger, ambientada en el mundo taurino y rodada en blanco y negro, o más recientemente La hermanastra fea, dirigida por Emilie Blichfeldt.
En La hermanastra fea asistimos a una reinterpretación del cuento de La Cenicienta, pero desde la perspectiva de una de las hermanastras. Esta, en el relato de los hermanos Grimm, es quien tiene la oportunidad más cercana de conquistar el corazón del príncipe; sin embargo, para lograrlo debe someterse a los rígidos estándares de belleza de la época. Ahí radica la fuerza de la propuesta de Blichfeldt: ofrecer una mirada única, visceral, sangrienta y, en ciertos pasajes, profundamente melancólica de una historia que creíamos conocer de memoria.
La directora consigue situarnos en las zapatillas de Elvira, la hermanastra, al tiempo que brinda una nueva dimensión a Agnes, la Cenicienta. Lejos de la figura unidimensional popularizada por la animación, aquí se presenta como una mujer compleja, atrapada junto a otras en un sistema que reduce su valor a la belleza, usada como moneda de cambio para asegurar un matrimonio con el heredero del reino. Esta visión convierte a todas las mujeres en personajes igualmente prisioneros, no de una madrastra, sino de una sociedad que las oprime.
El horror corporal es clave en la propuesta. La obsesión por alcanzar la “belleza perfecta” lleva a Elvira a someterse a brutales y rudimentarios procedimientos quirúrgicos de la época. El impacto radica en que no son fantasías distantes, sino prácticas que —en diversas formas— muchas mujeres han padecido históricamente en nombre de los cánones de belleza: cirugías dolorosas, modificaciones permanentes y sacrificios físicos para lograr un ideal inalcanzable.
De esta manera, La hermanastra fea se inscribe dentro del auge contemporáneo del body horror, un subgénero que atraviesa un momento dorado con títulos como Titane, de Julia Ducournau, o La sustancia, de Coralie Fargeat. Blichfeldt no solo contribuye a esta corriente, sino que la utiliza para subrayar un mensaje universal: la violencia de los estándares de belleza impuestos, que esclavizan a mujeres y hombres por igual, y que muchas veces implican dañarse tanto por dentro como por fuera para alcanzar una perfección ilusoria.
Año: 2025
País / Nación: Noruega/ Dinamarca/ Romênia/ Polônia
Duración: 110 min
Dirección: Emilie Blichfeldt
Argumento: Emilie Blichfeldt
Elenco: Isac Calmroth, Lea Myren